domingo, 30 de octubre de 2011

SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN

Las dos grandes asociaciones en materia de salud mental (la Asociación Psiquiátrica Americana -APA- y la Organización Mundial de la Salud -OMS-) han ofertado sistemas de clasificación internacionales, con validez legal y científica reconocida.

El capítulo de los trastornos mentales aparece por primera vez cuando la OMS publica la sexta edición de la CIE. A lo largo de los años el Comité de estadística de la APA junto a otros grupos de trabajo ha ido desarrollando y revisando la clasificación y, lo más importante, incorporando criterios de diagnóstico. Así nace el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM MD), como una variante de la CIE 6, que se publicó en 1952. En la actualidad este sistema clasificatorio va por su cuarta edición (DSM-IV). La OMS ha desarrollado la Clasificación Internacional de las Enfermedades y de los Problemas de Salud Relacionados, CIE-10 Revisión.

El capítulo V de ambas clasificaciones es el fruto de un trabajo riguroso llevado a cabo por profesionales de todo el mundo tratando de obtener un amplio consenso. Esto ha sido muy útil para aumentar la congruencia y reducir las diferencias entre ambas clasificaciones. Aunque no se duda de la compatibilidad de los códigos y los términos del DSM-IV, la CIE-9-MC y la CIE-10, es cierto que existen diferencias.

La CIE-10 (OMS, 1992) y el DSM-IV TR (APA, 1994, 2000) son dos sistemas clasificatorios ampliamente establecidos y utilizados en el ámbito internacional para el diagnóstico de los trastornos mentales de la edad adulta y también de la niñez y adolescencia. En la literatura norteamericana publicada parece que, en general, se supone que el DSM-IV (que utiliza la CIE-9) representa el “estándar de facto” teniendo carácter normativo. Por su parte, la CIE-10, que es el “sistema europeo” sigue las tradiciones específicas de la psiquiatría europea y tiene, más bien, carácter orientativo.

En todo caso, ambos sistemas son multiaxiales, es decir, se organizan considerando varios ejes (aspectos o facetas de la realidad clínica), constando de 5 ejes el DSM y de 3 la CIE-10. Por otra parte ambas clasificaciones persiguen proporcionar criterios diagnósticos para aumentar la fiabilidad de los juicios clínicos.

DSM-IV

El DSM, en su primera versión, al igual que la CIE, surge de la necesidad de confeccionar una clasificación de trastornos mentales consensuada, debido al escaso acuerdo tanto en los contenidos que debería incluir como en el método de conformación por parte de los psiquiatras y psicólogos.

Entre las causas que influyeron en la creación del DSM están la necesidad de recoger datos de tipo estadístico en relación a los trastornos mentales y la necesidad de una nomenclatura aceptable para los pacientes con enfermedades psiquiátricas graves y neurológicas, en todo el país. La CIE, en su 6ª edición, por primera vez incluyó un apartado sobre trastornos mentales. Fue así como en 1952 surge la primera edición, DSM-I, como una variante del CIE-6. Un aspecto importante en la realización de esta versión fue el establecimiento de contactos con los equipos que elaboraron la CIE-6, con el objeto de hacer que ambos instrumentos tuviesen la mayor compatibilidad posible.

El DSM-IV es un instrumento realizado a partir de datos empíricos y con una metodología descriptiva, con el objetivo de mejorar la comunicación entre clínicos de diferentes orientaciones, y entre clínicos en general e investigadores. Todo esto no tiene la pretensión de explicar las diversas patologías, ni de proponer líneas de tratamiento farmacológico o psicoterapéutico, como tampoco de adscribirse a una teoría o corriente específica dentro de la psicología o psiquiatría. Una diferencia paradigmática reside en el requisito del DSM-IV de que el paciente afectado debe estar limitado por los síntomas, criterio éste que no aparece en la CIE-10. El sistema DSM-IV se centra, en general, en principios más psicopatológicos, mientras que los capítulos de la CIE-10 están estructurados a partir de la patogenia.
 
CIE-10

La CIE-10 define a la enfermedad excluyendo todo aquello que, aunque conlleva un riesgo o vulnerabilidad para padecer un trastorno, no es en sí mismo un trastorno. Por otro lado, excluye de la definición de enfermedad la discapacidad que produce ya que considera que ésta depende del soporte social y las características ambientales que varían de un país a otro3. De los 21 capítulos de la CIE-10, el capítulo V sobre trastornos mentales y del comportamiento salió a la luz en 1992 en su versión definitiva. Este instrumento fue el fruto de un amplio consenso de los profesionales de la psiquiatría de todo el mundo realizado bajo los auspicios de la OMS

CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS MENTALES

Afecciones o síndromes psíquicos y conductuales, opuestos a los propios de los individuos que gozan de buena salud mental. En general, son causa de angustia y deterioro en importantes áreas del funcionamiento psíquico, afectando al equilibrio emocional, al rendimiento intelectual y a la adaptación social. A través de la historia y en todas las culturas se han descrito diferentes tipos de trastornos, pese a la vaguedad y a las dificultades que implica su definición.
 
A lo largo de la historia, y hasta tiempos relativamente recientes, la locura no era consideraba una enfermedad sino un problema moral "el extremo de la depravación humana" o espiritual "casos de maldición o de posesión demoníaca. Después de unos tímidos inicios durante los siglos XVI y XVII, la psiquiatría empezó a ser una ciencia respetable en 1790, cuando el médico parisino Philippe Pinel decidió quitar las cadenas a los enfermos mentales, introdujo una perspectiva psicológica y comenzó a hacer estudios clínicos objetivos. A partir de entonces, y desde que se inició el trabajo en los manicomios, se definirían los principales tipos de enfermedades mentales y sus formas de tratamiento.

Clasificación

La clasificación de los trastornos mentales es todavía inexacta y varía según las escuelas y doctrinas psicopatológicas. Para uniformar criterios, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó la DSM, clasificación universal de los trastornos mentales que ha conocido hasta la fecha varias versiones.

La mayoría de los sistemas de clasificación reconocen los trastornos infantiles (por ejemplo, el retraso mental) como categorías separadas de los trastornos adultos. Igualmente, distinguen entre trastornos orgánicos, los más graves provocados por una clara causa somática, fisiológica, relacionada con una lesión estructural en el cerebro, y trastornos no orgánicos, a veces también denominados funcionales, considerados más leves.

Partiendo de la distinción en función de la gravedad y de la base orgánica, se diferencian los trastornos ‘psicóticos’ de los ‘neuróticos’. De forma general, psicótico implica un estado en el que el paciente ha perdido el contacto con la realidad, mientras que neurótico se refiere a un estado de malestar y ansiedad, pero sin llegar a perder contacto con la realidad. En su extremo, como formuló Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, todos somos buenos neuróticos, en tanto que los casos de psicosis son contados. Los más comunes son: la esquizofrenia, la mayor parte de los trastornos neurológicos y cerebrales (demencias) y las formas extremas de la depresión (como la psicosis maniaco-depresiva). Entre las neurosis, las más típicas son las fobias, la histeria, los trastornos obsesivo-compulsivos, la hipocondría y, en general, todos aquellos que generan una alta dosis de ansiedad sin que exista una desconexión con la realidad.

Trastornos infantiles

Algunos trastornos mentales se hacen evidentes por primera vez durante la infancia, la pubertad o la adolescencia.

El retraso mental se caracteriza por la incapacidad para aprender con normalidad y llegar a ser independiente y socialmente responsable como las personas de la misma edad y cultura. Los individuos con un cociente intelectual inferior a 70 se consideran retrasados en cuanto a su inteligencia.

La hiperactividad, desorden que parte de un déficit en la atención y la concentración, se traduce en un exceso de ímpetu en el individuo que la padece, haciéndole incapaz de organizar y terminar su trabajo, de seguir instrucciones o perseverar en sus tareas, debido a una inquietud constante y patológica.

Los trastornos ansiosos comprenden el miedo a la separación (abandono de la casa o de los padres), a evitar el contacto con los extraños y, en general, un comportamiento pusilánime y medroso.

Otros trastornos mentales se caracterizan por la distorsión simultánea y/o progresiva de varias funciones psíquicas, como la atención, la percepción, la evaluación de la realidad y la motricidad. Un ejemplo es el autismo infantil, trastorno caracterizado por el desinterés del niño hacia el mundo que le rodea.

Algunos problemas del comportamiento pueden ser también trastornos infantiles: la bulimia, la anorexia nerviosa, los ‘tics’, la tartamudez y demás trastornos del habla y la enuresis (incapacidad de controlar la micción, generalmente por las noches).

Trastornos orgánicos mentales

Este grupo de trastornos se caracteriza por la anormalidad psíquica y conductual asociada a deterioros transitorios o permanentes en el funcionamiento del cerebro. Los desórdenes presentan diferentes síntomas según el área afectada o la causa, duración y progreso de la lesión. El daño cerebral procede de una enfermedad orgánica, del consumo de alguna droga lesiva para el cerebro o de alguna enfermedad que lo altere indirectamente por sus efectos sobre otras partes del organismo.

Los síntomas asociados a los trastornos orgánicos mentales podrán ser el resultado de un daño orgánico o la reacción del paciente a la pérdida de capacidades mentales. Ciertos trastornos presentan como característica principal el delirio o un estado de obnubilación de la conciencia que impide mantener la atención, acompañado de errores perceptivos y de un pensamiento desordenado e inadaptado a la realidad.

Otro síntoma frecuente de los trastornos orgánicos como la enfermedad de Alzheimer, es la demencia, caracterizada por fallos en la memoria, el pensamiento, la percepción, el juicio y la atención, que interfieren con el funcionamiento ocupacional y social. La demencia senil se da en la tercera edad y produce alteraciones en la expresión emocional (apatía creciente, euforia injustificada o irritabilidad).

Esquizofrenia

La esquizofrenia abarca un grupo de trastornos graves, que normalmente se inician en la adolescencia. Los síntomas son las agudas perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción que afectan a las relaciones con los demás, unido a un sentimiento perturbado sobre uno mismo y a una pérdida del sentido de la realidad que deteriora la adaptación social. El concepto de ‘mente dividida’, implícito en la palabra esquizofrenia, hace referencia a la disociación entre las emociones y la cognición, y no, como vulgarmente se supone, a una división de la personalidad que, más bien, hace referencia a otro tipo de trastornos como la personalidad múltiple o psicopatía, denominada así por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin.

Trastornos de la afectividad

Son aquellos trastornos en los que el síntoma predominante es una alteración del estado de ánimo. El más típico, la depresión, se caracteriza por la tristeza, el sentimiento de culpa, la desesperanza y la sensación de inutilidad personal. Su opuesta, la manía, se caracteriza por un ánimo exaltado, expansivo, megalomaníaco y también cambiante e irritable, que se alterna casi siempre con el estado depresivo.

Trastornos paranoides

Su síntoma principal son las ideas delirantes (creencia falsa, firmemente asentada, y resistente por ello a la crítica) y las más típicas son las de persecución (se considera víctima de una conspiración), las de grandeza (el sujeto se cree de ascendencia noble, principesca, santa, genial e incluso divina) o las celotípicas (celos desmedidos). En cualquier caso, la personalidad paranoide es defensiva, rígida, desconfiada y egocéntrica, por lo que tiende a aislarse y puede llegar a ser violentamente antisocial. Este trastorno normalmente suele iniciarse en la mitad o al final de la vida, destruyendo las relaciones sociales, sobre todo las de pareja.

Trastornos de ansiedad

La ansiedad es el síntoma predominante en dos casos: los desórdenes que suponen pánico ante situaciones concretas y los trastornos ansiosos generalizados.

En las fobias y las neurosis obsesivo-compulsivas, el pánico aparece cuando el individuo intenta dominar otros síntomas: el miedo irracional, desmedido, a una situación, objeto o animal concretos que altera su vida cotidiana. Entre las más perturbadoras está la agorafobia, miedo a los espacios abiertos o muy cerrados (claustrofobia), tras el cual se oculta en realidad un miedo desmedido a la muerte o al propio pánico, y que impide a los que la sufren salir a la calle. Por otro lado, las obsesiones, neurosis cada vez más frecuentes (frente a la histeria, que ha ido disminuyendo su frecuencia), consisten en pensamientos, imágenes, impulsos o ideas repetitivas y sin sentido para la persona, que se ve sin embargo sometida a ellos. Por último, la compulsión es la tendencia irrefrenable a repetir mecánicamente comportamientos inútiles, rituales de comprobación o de previsión (por ejemplo, lavarse las manos más de treinta veces al día o revisar una y otra vez la llave de paso del gas).

Otros trastornos neuróticos

Además de la depresión neurótica y otros trastornos ansiosos, hay diversas situaciones que tradicionalmente se han considerado neuróticas, como la histeria, las reacciones de conversión (de un conflicto psíquico a una enfermedad orgánica irreal), la hipocondría y los trastornos disociativos.

Los llamados trastornos psicosomáticos se caracterizan por la aparición de síntomas físicos sin que concurran causas físicas aparentes. En la histeria, las quejas se presentan de forma teatral y se inician, por lo general, en la adolescencia, para continuar durante la vida adulta. Es un trastorno que se ha diagnosticado con mayor frecuencia en mujeres que en hombres, y en su extremo "la histeria de conversión" aparecen parálisis que imitan trastornos neurológicos, de modo similar al dolor psicogénico que no presenta una causa física aparente. Por último, en la hipocondría el síntoma dominante es el miedo irracional a la enfermedad.

Entre las formas disociativas de trastorno mental están la amnesia psicológica y la personalidad múltiple (antaño conocida como histeria de la personalidad alternante), una extraña enfermedad en la que el paciente comparte dos o más personalidades distintas, alternando el predominio de una o de otra (es el caso de la obra de Robert Louis Stevenson Dr. Jekyll y Mister Hyde y de la película de Alfred Hitchcock, Psicosis).

Trastornos de la personalidad

A diferencia de lo episódico de los trastornos neuróticos e incluso de algunos psicóticos, los trastornos de la personalidad duran toda la vida; determinados rasgos de la personalidad del enfermo son tan rígidos e inadaptados que pueden llegar a causar problemas laborales y sociales, daños a uno mismo y probablemente a los demás.

La personalidad paranoide se caracteriza por la suspicacia y la desconfianza. La esquizoide ha perdido la capacidad e incluso el deseo de amar o de establecer relaciones personales, mientras que la esquizotípica se caracteriza por el pensamiento, el habla, la percepción y el comportamiento extraños. Las personalidades histriónicas se caracterizan por la teatralidad de su comportamiento y de su expresión, relacionadas en parte con el siguiente tipo, la personalidad narcisista, que demanda la admiración y la atención constante de los demás.

Las personalidades antisociales (antes conocidas como psicopatías) se caracterizan por violar los derechos de los demás y no respetar las normas sociales. Este tipo de personalidad es inestable en su autoimagen, estado de ánimo y comportamiento con los demás, y los ‘evitadores’ son hipersensibles al posible rechazo, la humillación o la vergüenza. La personalidad dependiente es pasiva hasta el punto de ser incapaz de tomar una decisión propia, forzando a los demás a tomar las decisiones en su lugar. Los ‘compulsivos’ son perfeccionistas hasta el extremo e incapaces de manifestar sus afectos. Por último, los ‘pasivos-agresivos’ se caracterizan por resistirse a las exigencias de los demás a través de maniobras indirectas, como la dilación o la holgazanería.

Incidencia y distribución

Es imposible saber con exactitud cuántos individuos padecen trastornos mentales. Los registros de admisión a los centros psiquiátricos pueden ser orientativos, pero hay que tener en cuenta que excluyen a un amplio número de personas que nunca buscan tratamiento por no considerar que sufren algún trastorno.

De estos últimos, la mayor parte presenta trastornos menores, ya que el riesgo de sufrir una esquizofrenia alguna vez en la vida es de un 1%, mientras que el de sufrir una depresión "el trastorno mental más común en la actualidad, e incluso el motivo de consulta médica en atención primaria más frecuente" es de un 10%. Actualmente existe una preocupación cada vez mayor por los trastornos mentales orgánicos, puesto que inciden con más frecuencia en las personas mayores, un sector de población que está aumentando vertiginosamente en los países más desarrollados.

domingo, 23 de octubre de 2011

EVALUACIÓN CON PRUEBAS PSICOLOGICAS

Una de las finalidad de la pruebas psicométricas es escoger entre candidatos reclutados a los más aptos para ocupar cargos vacantes en las empresas, tratando de mantener o aumentar la eficiencia y el desempeño del personal, así como la rentabilidad de la organización.

PRUEBAS PSICOMETRICAS

Los test poseen validez y son de suma utilidad porque miden lo que se pretende que hay que medir optimizando los recursos disponibles. Además brindan una aproximación diagnóstica, acotan los tiempos y brinda elementos objetivos para la práctica profesional.

Las Pruebas: Su objetivo es comprobar la capacidad, destreza y habilidades del aspirante mediante pruebas prácticas y objetivas, también se utilizan pruebas psicotécnicas para determinar vocaciones, inclinaciones, aspiraciones del líder, etc.

Comprende la aplicación de ciertas pruebas para tener un marco de referencias sobre el potencial intelectual y personalidad candidato.

· Las técnicas de selección pueden ser clasificadas en:

· Entrevista de selección.

•Pruebas de conocimiento o capacidad. •Test psicométrico. •Técnicas de simulación. Entrevista de Selección: Es la más utilizada y conocida, consiste en efectuar preguntas previamente programadas para el candidato y anotar sus respuestas o parte de ellas que ayudan a conocer mejor al candidato en cuanto a sus características personales y a sus conocimientos y experiencias.

Pruebas de Conocimientos o Capacidad: Son pruebas de selección que buscan medir conocimientos y habilidades de los candidatos en base a preguntas escritas, las cuales requieren respuestas escritas, pueden ser organizadas para evaluar conocimientos en español, inglés, contabilidad, tesorería y capacidad y habilidades para escribir a máquina, tornear una pieza, etc.

Test Psicométrico: Permite la evaluación psicológica o psicométrica de los candidatos, evalúa las aptitudes de las personas (rasgos innatos) y que cuando son descubiertos pueden ser transformados en habilidades o capacidades personales como habilidad numérica, habilidad verbal, habilidad manual, etc.

Técnicas de Simulación: Constituyen técnicas por medio de las cuales el candidato representa teatralmente, el papel del ocupante de un determinado cargo en la empresa. Un psicólogo acompaña el juego y evalúa el desempeño de cada candidato y su adecuación al papel. La dramatización es excelente técnica de selección para los cargos que exigen contacto personal con otras personas de la empresa.

Al finalizar la primera etapa, se procede a descartar a aquellos candidatos que no hayan dado un rendimiento satisfactorio durante el desarrollo de la entrevista; se pasa a la segunda etapa con los candidatos preseleccionados a los exámenes respectivos (psicotécnicos, conocimientos, etc). En las cuales lo importante a revisar es: Velocidad, Exactitud, Destreza, Habilidad física, Comprensión, Calculo/ Codificación.

Se elabora un Informe, el cual contendrá el producto final y es una ayuda para toma de decisiones porque da una aproximación a las características buscadas. Como lo son: Descripción de rendimiento, habilidades o dificultades sin profundizar en las motivaciones que la determinan, debe ser: Claro, Directo, Particularizado, Predictivo.

CONCLUSIONES

Los resultados de estos exámenes aunados a los datos obtenidos de la oferta de servicio del candidato (a través de la entrevista) nos dan la información sobre el perfil de cada uno de los candidatos. Es importante para verificar de algún modo de las capacidades de los que poseen para ocupar el puesto.

PROCESO DIAGNÓSTICO

¿Cuál es la finalidad del proceso diagnóstico?

El proceso diagnóstico tiene como finalidad fundamental caracterizar, con la mayor fiabilidad posible, el comportamiento del individuo como perteneciente a una categoría diagnóstica específica, identificando trastornos comórbidos y diferenciándola de otros trastornos evolutivos o mentales.

Los propósitos del diagnóstico pueden ser múltiples, y aportar datos que deben:

 Servir para proporcionar a la propia persona afectada, a su familia y a los organismos públicos y privados un adecuado plan de atención global que incluya programas psicopedagógicos, conductuales, psicofarmacológicos, de apoyo familiar, medidas sociales, terapias de trastornos asociados, etc.

 Contribuir a la investigación, de cara a asegurar la comparabilidad de las muestras utilizadas.

 Permitir las revisiones periódicas, ya que facilitará a los profesionales información adecuada para comparar objetivamente las variaciones observadas, analizar la evolución (mejoría o empeoramiento del cuadro, desarrollo de habilidades, aparición de otros trastornos asociados, la calidad de vida de la persona y de sus familiares, etc.) y valorar los resultados de los tratamientos aplicados.

¿Cuáles son las fases del proceso diagnóstico?

El primer paso en el proceso de diagnóstico consiste en recoger la información pertinente a través de una historia clínica detallada del individuo. Posteriormente, hay que administrar las pruebas que nos permitan conocer mejor la sintomatología y el perfil psicológico completo de la persona. La evaluación psiquiátrica y biomédica completarán el proceso diagnóstico, que tiene su colofón en la elaboración y entrega del informe personalizado.

¿En qué consiste la Historia Clínica?

La información relativa a cómo la persona ha evolucionado desde el período prenatal hasta el momento actual facilita tanto la selección y aplicación de las pruebas de evaluación como el diagnóstico diferencial. En la tabla siguiente se recogen los contenidos fundamentales que deben incluirse en una Historia Clínica.

Contenido Descripción

Antecedentes familiares

Se recoge información relativa a miembros de la familia nuclear y extensa que han podido tener problemas similares o relacionados con los trastornos del PACIENTE

Datos prenatales y neonatales

Consiste en una revisión de las condiciones y circunstancias que tuvieron lugar durante el embarazo, el parto y los primeros momentos del desarrollo de la persona. Se recogen datos como meses de gestación, enfermedades o problemas que tuvo la madre durante la gestación, posible medicación y/o consumo de tóxicos durante el embarazo, circunstancias del parto, peso al nacer, Prueba de APGAR, resultados de pruebas de cribado aplicadas (fenilcetonuria e hipotiroidismo), dificultades en los primeros momentos de vida, etc.

Historia evolutiva

Se revisan los hitos más importantes del desarrollo motor, comunicativo y social de la persona, incluyéndose información relativa a hábitos de sueño, hábitos alimenticios, cuándo y cómo se logró el control de esfínteres, etc. Se recoge también el momento en que aparecieron los primeros síntomas o preocupaciones de los padres, en qué consistían, así como cualquier otro aspecto del desarrollo que a los padres les hubiera parecido extraño o inusual (movimientos extraños, tendencia a las rutinas, conductas problemáticas, etc.). Debe solicitarse información clave sobre las características observadas en la mayoría de los niños con autismo en esos primeros años de la vida, en cuanto al desarrollo de la comunicación verbal y no verbal. La imitación, el juego, la reciprocidad social, etc.

Antecedentes en cuanto a la salud

Constituyen la historia médica de la persona, por lo que recoge información sobre enfermedades que ha tenido, con especial énfasis en afecciones neurológicas, deficiencias sensoriales (auditivas y visuales) y cualquier otra condición como signos de síndromes específicos. Igualmente se deben recoger los tratamientos psicofarmacológicos y las hospitalizaciones que hayan tenido lugar, así como una revisión por sistemas, identificación de alergias o de problemas inmunológicos y de reacciones peculiares a las vacunaciones.

Aspectos familiares y psicosociales

En este ámbito se recoge información relativa al funcionamiento de la persona en el medio familiar, la situación de la familia, los apoyos de que dispone y las situaciones de estrés que afronta desde que apareció el problema. Es importante registrar el comportamiento familiar del sujeto, las dificultades que tiene la familia para educar al niño o niña y/o para lograr que se adapte a las actividades cotidianas, las relaciones con los hermanos y otros miembros de la familia, etc.

El comportamiento social (con quién se relaciona, cómo y el tipo de relaciones o juegos más habituales), así como la historia y el comportamiento escolar, incluyendo información proporcionada por los profesores, son aspectos muy relevantes.

Consultas y tratamientos anteriores

Incluye la revisión de las consultas realizadas hasta el momento relativas al problema de la persona, así como los tratamientos o programas llevados a cabo, los servicios en los que ha sido atendido y el programa educativo que se ha seguido con la persona hasta la actualidad.

domingo, 16 de octubre de 2011

EVALUACIÓN DE UN CASO

A continuación se expone a título de ejemplo, el esquema seguido en la evaluación de un caso. Se trata de un niño de 12 años (T.). Fue remitido a consulta por indicación de la psicóloga del centro escolar a los padres. El motivo era un retraso escolar general, trastornos de conducta y dificultades en la relación social con sus compañeros de clase.

(Los datos que se exponen a continuación son una simulación de un caso y no corresponden, en su totalidad, a ningún caso real).

El caso T:

1- Constelación familiar
-T. tiene 12 años de edad. Es el segundo hijo de una familia compuesto por padre de 43 años, madre de 40, hermana de 14 años y un hermano de 7 años. T. está cursando con mucha dificultad 2º de primaria. Su hermana ha tenido problemas con las matemáticas pero está avanzando satisfactoriamente. El hermano pequeño tuvo problemas con la adquisición de la lectura y escritura.
-El padre tiene negocio propio y la madre es funcionaria. El nivel socio-económico de la familia es medio-alto.

2- Exposición del caso
-La principal queja de sus padres es su rendimiento escolar. El niño ha ido pasando de curso por exigencias de los vigentes planes de estudio. Sin embargo, su retraso respecto a su grupo de edad sigue vigente (notas deficientes en todas las asignaturas). En la propia escuela a la que asiste se le asignó a un grupo de repaso y la psicóloga del centro aconsejó una evaluación e intervención psicológica extraescolar. El principal problema, según su tutora, son las dificultades en centrar su atención en los aspectos relevantes de la clase y, conductas de distraerse o distraer a sus compañeros, con comentarios o actos irrelevantes para la clase. También se describen conductas hiperactivas.
-Los problemas no tan sólo son de rendimiento académico sino de relación social con otros iguales ya sea dentro o fuera de la escuela. Suele presentar conductas disruptivas de enfados aparentemente sin motivo justificado. La relación con sus compañeros es mala y suele ser objeto de burlas a las que, alguna vez, ha reaccionado violentamente. Hace poco T. fue expulsado del colegio durante una semana por "perder los nervios" y lanzar un libro que impacto en la cabeza de un compañero.
-En casa, se comporta con cierto menosprecio de las reglas (le tienen que insistir para cosas tan cotidianas como la simple ducha o recoger la mesa al acabar de comer). Los padres adoptan una actitud de dominancia y lo castigan por no cumplir las reglas domesticas, sin embargo T. parece haberse adaptado a tanto castigo y lo acepta con más o menos protestas. Los padres parecen resignados a aceptar que su hijo no tiene remedio a pesar de que lo han intentado por todos los medios. En casa no ha presentado episodios agresivos.
-T, se agobia fácilmente en lugares donde hay mucha gente y procura evitarlos. Cuando está nervioso, suele morderse las uñas o manos. Sus padres lo describen como tozudo y cabezota. Otra conducta que suele aparecer es la de comer compulsivamente. Pese a tener los alimentos bajo control, T. se las ingenia para coger cualquier cosa comestible (“no importa la hora”) para devorarlo inmediatamente a escondidas o fuera de la vigilancia de sus padres. Este tipo de conducta resulta especialmente problemática dado que el niño presenta sobrepeso. No se han presentado episodios de "pica" (ingestión de de materiales no comestibles).
-Últimamente han aparecido conductas de retraimiento "como si estuviera deprimido", con desinterés hacia actividades que antes le atraían (juegos ordenador).
-Desde muy pequeño, sus padres se han preocupado por su educación y no dudaron en contratar profesores particulares o apuntarlo a actividades extraescolares como clases de repaso o informática. Los resultados, sin embargo, fueron los mismos que en la escuela. T., no tan sólo no progresaba adecuadamente en las clases sino que, según los mismos profesores, solía convertirse en un elemento distractor del resto del grupo. La consecuencia inmediata era el rechazo y menosprecio de algunos profesores y compañeros.

3- Historia evolutiva
-Nació de parto natural y tras un embarazo sin problemas de mención.

El niño se alimentó con pecho durante los primeros meses. Patrón normal comer-dormir cada tres horas. Los padres informan que, hasta pasados los ocho o nueve meses, al niño no parecía interesarle nada del mundo exterior, simplemente comía y dormía. Fue ganando peso y talla siempre por encima de lo normal.
-Empieza a mantenerse de pie a partir del año y medio, dando sus primeros pasos a los 15 meses y andar sin ayuda a los 18. Según afirman los padres, siempre ha habido una cierta torpeza motora.
-En la adquisición del lenguaje hubo retraso significativo: sus primeras palabras se empiezan a producir hacia los dos años (se trata de pseudopalabras) y no es hasta los dos años y medio que empieza a pronunciar algunas palabras claras y acompañadas, en ocasiones, de tics gestuales . Las primeras combinaciones de palabras con sentido aparecen a partir de los tres años y siempre con algunas dificultades. A este "retraso", no se le dio, en principio, mucha importancia y no se valoró con el pediatra.
-Durante esta primera etapa es de destacar hacia los 2 años, unas crisis nocturnas, durante el sueño, con temblores generalizados y conciencia alterada, no consiguiendo “despertar” al niño que persistía con los síntomas durante algunos minutos. Todo ello propició algún ingreso en urgencias y un primer diagnóstico pediátrico de epilepsia. Posteriormente, las crisis fueron remitiendo hasta desaparecer.
-El control de esfínteres siguió un patrón normal.
-No hay otros problemas médicos dignos de mención a excepción de la miopía que padece.
-Las únicas quejas que refieren los padres en la infancia es su déficit atencional (parece que no oye) e hiperactivo (no puede entretenerse durante mucho tiempo en la misma cosa).

Antecedentes familiares de interés:

Se informa de la presencia de retraso mental no filiado en un tío materno. El tío falleció hace muchos años y se desconoce su historial clínico.

4- Planteamiento de la Evaluación

El caso de T. nos presenta una constelación de síntomas que abarcan distintas áreas del funcionamiento del niño (familiar-escolar y social). La principal demanda, por parte de la familia, era la de encontrar soluciones para su bajo rendimiento escolar, pero, es evidente, que la evaluación debía ampliarse más allá de los horizontes meramente académicos.

-Como punto de partida, nos interesaba conocer su nivel de competencia intelectual, pero también nos preocupaba analizar su estado emocional (dada la presencia de trastornos emocionales y de conducta) y de relación con su entorno, familia, compañeros, etc... (déficit en habilidades sociales).
-La evaluación se plantea como una recogida de datos que van desde información más general (historia evolutiva, entrevista padres, tutor...) a información más detallada en función de las peculiaridades del caso.
-Se empezó con la aplicación del WISC-R y la Bateria Badyg. Estas dos pruebas permiten obtener un C.I. (Cociente Intelectual) que nos da una idea de donde se encuentra el sujeto dentro de su grupo normativo (de igual edad). Pero, lo que realmente nos interesa, es el análisis detallado de las diferentes subpruebas, las cuales nos aportan información muy valiosa acerca de los puntos fuertes y débiles del sujeto. Con ello podremos trazar un plan de intervención más personalizado.
Tomado de: